18 decembro 2012
Románico en Agolada, comarca del Deza-Pontevedra (06-12-2012).
Punto de encuentro con el resto de amigos de "O Sorriso de Daniel" en los “Pendellos” de Agolada. Visita guiada dirigida por un miembro del municipio. Los “pendellos”(***) son construcciones de piedra del S. XVIII, empleadas por los feriantes. A continuación, iniciamos una serie de visitas guiadas a distintas iglesias del ayuntamiento.
Primera parada en la iglesia de Ramil del S. XII(*), que aún conserva elementos tardorrománicos como los capiteles interiores.
Después, nos acercamos a ver la iglesia de Santo André de Órrea, de estilo románico construida en los siglos XII y XIII(**). Su origen está unido al del monasterio de monjas benedictinas, del cual actualmente sólo se conserva esta iglesia. Comida en un restaurante de Agolada.
Por la tarde, visitamos la iglesia románica de San Xiao de Ventosa (***) de los S. XII y XIII, que guarda un valioso tesoro propio de las grande catedrales, pero en una pequeña iglesia de aldea. Figuras mitológicas, como los “Green Man”, querubines, pinturas murales y un sepulcro labrado en piedra son algunas de los componentes de esta, muy escondida, joya del patrimonio arquitectónico y cultural de Galicia.
Y para acabar la jornada, visitamos la glesia de Ferreiroá (*), construida en el año 1.030 y modificada en siglos posteriores. Sólo queda la puerta de la fachada de su época de construcción y, posiblemente, de época tardorrománica su arco triunfal.
Otra vez por A Península do Salnés (Pontevedra)-Valença do Minho (27 y 28-11-2012).
Programación:
Visita al ayuntamiento de Meis, Pernocta en un hotel spa y Feria de Valença do Minho.
Desarrollo de la ruta:
Al mediodía llegada a Meis (Pontevedra) y visita a la iglesia de San Tomé de Nogueira (Meis), donde descubrimos para nuestra sorpresa unas espléndidas y restauradas pinturas murales del S. XVI (***), que decoran la bóveda de esta pequeña iglesia. Curiosamente, no hay información de este templo en Intenet.
Comida en las proximidades y continuamos para ver por fuera el llamado “Mosteiro” de Meis, del que únicamente queda su iglesia(**), que presenta fachada y ábside románicos.
Seguimos de visita por estas pequeñas iglesias de Meis y llegamos a San Vicente para ver su retablo en piedra, encontrándola cerrada. ¡Pena! También la de San Lorenzo tiene otro retablo semejante pero no intentamos verla por miedo a que nos ocurriera lo mismo. Seguimos a San Martiño de Meis, iglesia del S. XII que ha experimentado diversas reformas.
Continuamos a visitar el monasterio de Armenteira(***), monumental conjunto cisterciense, abierto al público. Sobre él versa la leyenda de San Ero que permaneció doscientos años escuchando el canto de un ruiseñor, historia que inspiró a Alfonso X el sabio su cántiga 103.
Picamos hacia arriba y llegamos a ver los petroglifos de “O Monte do Cribo”(***) a las 18:00, con escasa luz. Están bien señalizados. Se continúa a pie por un escarpado sendero y al llegar al primer grupo de rocas, ocupan su parte derecha. ¡Ojo, a tan sólo cien metros andando! Bajamos por la otra ladera del monte y encontramos el Mirador de Samieira (***), con una maravillosa vista sobre la ría de Pontevedra.
Y llegamos al monasterio de Poio, sin valorar por estar sólo abierta la iglesia por oficios. Damos un tranquilo y largo paseo por Combarro(***), que sigue siendo una villa preciosa bajo la luz de la luna.
Llegada al hotel a las 20:00, spa y pernocta.
Al día siguiente, mañana dedicada a la feria de Valença(***). Comida en un restaurante de la localidad.
Por la tarde, visita a la fortaleza. Empezamos por el pequeño museo arqueológico(**), de entrada gratuita. En su parte trasera hay un miliario mandado construir por el emperador Claudio, cuando procedió a rehabilitar la Vía IV del Itinerario de Antonino. Seguimos callejeando hasta encontrar la “Igreja de Santa Maria dos Anjos”, templo románico del S. XIII, profundamente alterado en los inicios del S. XX. Buscamos el ábside, cerrado con una cancilla que a veces está abierta y disfrutamos de la visión de unos bonitos canecillos. Y por supuesto, de las vistas que hay sobre el Miño. Paseando se descubren fachadas que sorprenden por su riqueza ornamental. Regreso a casa tranquilamente por la Nacional 550.
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