El más conocido de los tres cementerios de la comarca de Vilalba
es sin duda el de Goiriz tal vez por su majestuosidad y extensión en
comparación con sus dos hermanos -Alba y Román- algo más pequeños y modestos.
Entrada principal al cementerio de Goiriz. Además de los pináculos
que sobresalen por encima de la fachada del recinto también son características
las chantas, piedras especialmente talladas con forma lisa, que configuran los
cerramientos típicos de la zona.
Cuando se cruza esa puerta de arriba, nuestros ojos se van a encontrar de bruces
con esta panorámica.
La escasa documentación que existe sobre estos tres cementerios y
sus parroquias anexas pueden hacernos fabular en torno a los porqués de estas
construcciones. El comienzo de las obras, al menos en el de Goiriz, se sitúa en
el siglo XVI y en aquella época, pleno Siglo de Oro, se tenía mayor tendencia
al arte abigarrado (Plateresco, Manierismo y primer Barroco europeo) e
individualista que al sencillo (bueno, también tuvimos en España cierta
predominancia del estilo herreriano en aquel siglo) y comunal. Contamos, pues, con una fecha de inicio en torno al siglo XVI, una
ampliación en el siglo XVIII y otra nueva ampliación a principios del siglo XX.
Todas las obras -renacentistas, barrocas o racionalistas- con la particularidad
de los pináculos neogóticos, un posible guiño estilístico de los propios
canteros de Pedreiras de Rozadas de donde proceden las piedras de la fábrica de
estos recintos.
Los amantes del arte funerario nos afanamos en encontrar la mejor
escultura -cada uno según sus gustos: ángeles, cristos, retratos, cruces,
vírgenes, virtudes...-, el mejor epitafio, el más bello y compensado panteón
desamparando en muchas ocasiones a los nichos quizá por su soterrada belleza,
que la tienen. En Goiriz la nichería es la estrella principal de la escena y
deja poco espacio para tumbas tradicionales y panteones.
Cada conjunto de nichos se corona con su particular estilo, siempre dentro del neogótico, en el pináculo.
Las columnas que separan unos conjuntos de nichos de otros son las únicas piezas que nos pueden dar pistas sobre los diferentes estilos arquitectónicos que se mezclan entre sí aportando al conjunto un eclecticismo armónico.
En la zona moderna del cementerio de
Goiriz se opta por una homogeneidad estilística, pero en la parte más antigua
una increíble amalgama de símbolos religiosos y no religiosos se abigarra
especialmente en los pilares de los pináculos. La zona nueva del cementerio de Goiriz
se ha tratado de integrar con gran acierto conservando en la mayoría de los
nuevos nichos los pináculos esta vez más estandarizados
Es difícil encontrar tumbas en tierra en el cementerio de Goiriz. En la parte más antigua del cementerio apenas sí quedan dos
lápidas en el suelo.
Una de las pocas tumbas sencillas que conserva el recinto antiguo.
El color de la piedra desgastada por
las duras condiciones climatológicas de la zona son otra de las señas que hacen
diferenciarse a los nuevos nichos de los más viejos.
(Fotografías de Mª Isabel González Vászquez y Carlos A. Prieto Rodríguez e información de http://lamuerteossientatanbien.blogspot.com.es/.)
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